ENRIQUE SANTANA. Sunset

Lugar: Sala de la Provincia, Huelva – John Holland Gallery, Lepe
Organiza: Diputación de Huelva
Del 28 de noviembre de 2024 al 7 de enero de 2025

Comisario: Sema D’Acosta

La exposición ‘Sunset’ que Enrique Santana (Lepe, 1947) presenta en la diputación de Huelva reúne en diálogo las dos líneas de trabajo principales de su trayectoria: una relacionada con el mar de La Antilla y otra con sugerentes escenas urbanas de Chicago. Ambos paisajes conviven entre ellos para presentarnos un proyecto biográfico que habla, principalmente, de los lugares que han determinado la vida del pintor, sin duda una de las figuras fundamentales del arte contemporáneo onubense. Ha pasado ya más de medio siglo desde que Santana iniciara su carrera a mediados de los años setenta, un periodo de extrema evolución donde el mundo ha cambiado más y de forma más rápida que en cualquiera otro momento anterior de su historia. En este tiempo, el artista ha permanecido fiel a su condición de observador permeable del entorno, una conexión con el contexto donde destacan dos sitios paradigmáticos que le han configurado como persona. A pesar de su constante crecimiento, siempre ha pintado lo que le rodeaba desde una posición sensible, entendiendo su alrededor a partir de la emoción, un rasgo que ha caracterizado su estilo desde el principio. Al margen de una escuela o grupo, ha hecho su camino solo, confiando en su mirada meridional, dejándose llevar por una intuición solidificada en la experiencia.

En la antológica de cuadros que ahora se muestran en Huelva podríamos encontrar el alfa y el omega de la naturaleza expresiva de Enrique Santana, una propuesta aparentemente dispar de aguas y edificios que parten de un origen vinculado a las playas de Lepe y se reafirma en la magnificencia de una ciudad emblemática como Chicago. Entre estos dos polos complementarios se halla su identidad, definida por la capacidad para empatizar con un escenario cuando lo siente como propio. Quizás ésa ha sido una de las claves de su éxito en Estados Unidos, la inteligencia para crear un nexo afectivo con el espectador sin acudir a dramatismos ni hipérboles, antes quitando que poniendo. Los pintores norteamericanos suelen replicar el paisaje sin implicarse, de entre ellos sólo Hopper supo entender que la fidelidad de lo que vemos no está en su literalidad, sino en la transmisión de sentimientos. No ha tenido necesidad de inflar ni aderezar demasiado, su estilo es sobrio y directo. De hecho, ha sabido llegar a los demás interpretando con una bella sencillez el modo en el que la luz modula las formas y sugiere un espacio, da igual que sea sobre la superficie de las olas o sobre los reflejos de unas ventanas interminables. No se trata de copiar lo que captan los ojos, sino de elaborar desde la imaginación una ficción reconocible a partir de estímulos. Como el teatro o la literatura, toda pintura es una invención, la construcción de una imagen indeleble capaz de despertar algo en el interior de quien la contempla.

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